Con el agridulce otoño entre las agujas del tiempo;
Con un noviembre irredento, testigo de lo que pasó entre beso y beso.
Ay… este pequeño infeliz ayer nadaba entre tus carcajadas
Y hoy escucha tu sentencia que se clava como daga.
Con el naranja brillante y altivo de las hojas en el suelo;
Con un gatito que muere cada vez que te pienso.
Ay… este pobre infeliz que se agarraba fuerte a tus rieles
Mañana oirá nuevos rumores de tus ojos infieles.
Con el amargo sabor, la pesadez del tabaco en tu boca;
Con el fuego de tu abdomen que mi mano atrevida ya no toca.
Ay… maldito infeliz al que acostaste un día de viento.
Ahí estabas tú, soplando, aunque yo ya estaba despierto.
Con el metálico divagar de tus pisadas por mi cuerpo;
Que me mirabas a los ojos aunque yo ya estaba tuerto.
Ay… qué será de ese infeliz que despachaste rápido y con prisa.
Ahí me quedé yo intentando desabrochar tu camisa.
Qué fiero fue de nuestros restos el rácano regateo,
Quién se queda con las pijamas, si de noche yo no duermo;
Quién se queda con tus besos, si yo no leo cuentos;
Quién se queda con el aire, si yo hace rato ni respiro;
A dónde se van el sol y la luna cuando yo no te miro.